martes, 8 de julio de 2008

PERDÓN: COMENZARÉ HABLANDO DE MÍ


Como ya os he dicho, nací en Madrid, el día 9 de mayo de 1883, en el seno de una familia, yo diría perteneciente a la burguesía liberal e ilustrada de finales del siglo XIX. La familia de mi madre era propietaria del periódico madrileño El Imparcial y mi propio padre, don José Ortega y Munilla, fue periodista y director de dicho diario.

El hecho de haber nacido "sobre una rotativa" y el de que me criase también en una familia tan íntimamente conectada con la actividad periodística, fueron hechos que, con el tiempo, se convirtieron en algo esencialmente ligado al desarrollo de mi formación intelectual y a mi forma de expresión literaria. Porque, una gran parte de mis escritos filosóficos, e incluso gran parte de mi actividad profesional, van a desarrollarse en contacto con el periodismo.

Tras aprender las primeras letras en Madrid, con don Manuel Martínez y con don José del Río Labandera, en 1891 fui enviado a estudiar el Bachillerato al colegio que los jesuitas regentaban (y siguen regentando) en la barriada malagueña de El Palo. Este hecho maracrá también mi formación vital.

En primer lugar, el contacto con los jesuitas y sus enseñanzas, me atrevo a decir produjeron en mí el mismo efecto, la misma reacción que los producidos casi cuatro siglos antes en otro antiguo alumno de los jesuitas: René Descartes. Descartes, sin dejar de reconocer la deuda contraída con sus profesores de La Flèche, reaccionó contra la formación recibida de ellos. De esta conciencia del poco fundamento de la ciencia recibida nació su obra personal y, con ella, su proyecto de reforma de la filosofía europea. Del mismo modo, también yo reaccioné con el tiempo contra la formación adquirida en mí infancia.

El hecho de que mi colegio estuviese situado en Málaga, no es un dato intranscendente. Mis pretendidos biógrafos y estudiosos, ni se han dado cuenta de ello, porque en esta ciudad fui compañero de los hijos de las más rancias familias burguesas malagueñas, y ello me permitió tomar contacto con las clases dirigentes que habían hecho de Málaga una de las primeras ciudades industriales de la España del siglo XIX. Y también en Málaga hube de ser testigo del inicio del declive de esta burguesía culta, industriosa e industrial, causado por la crisis económica producida por la plaga de filoxera que, en menos de un lustro, arrasó los cultivos de vides que habían proporcionado la infraestructura agrícola al despegue industrial de la Málaga decimonónica y que había hecho de Málaga una ciudad cosmopolita, comercial y burguesa al menos desde el siglo XVI. Justamente en 1905, el año en que me fui a Alemania para ampliar mis estudios, un compañero mío del Colegio, Ernesto Rittwagen Solano, hijo de una de esas familias burguesas, tuvo que emigrar a Estados Unidos para ganarse la vida allí. Por lo demás, la suma de los efectos de la crisis de la filoxera y de la imposibilidad de las industrias siderúrgica y textil malagueñas para competir con las surgentes industrias vascas y catalanas permitió el nacimiento de un proletariado industrial urbano escorado hacia posiciones revolucionarias e izquierdistas. En este sentido conviene recordar que, con el transcurso del tiempo, Málaga será la primera (y única) circunscripción electoral española en la que un comunista consiga acta de diputado, lo que ocurrió en 1934 cuando el Dr. Bolívar consiguió la suya. Quizás mis primeras reflexiones sociológicas no sean del todo ajenas a estas primeras vivencias que experimenté en Málaga. Bueno, ya sabeis algo de mí. De los primeros pasos de mi vida. Hasta otro momento, amigos. José Ortega y Gasset

Arriba, el Colegio "San Estanislado de Kostka" de El Palo (Málaga), en el que ingresé, juntamente con mi hermano Eduardo, el 3 de Septiembre de 1891, y en el que finalicé el Bachillerato. En el Curso 1894-95, se unió a nosotros mi hermano Manuel. Dicen que yo fuí el alumno más brillante que ha tenido el Colegio en toda su historia. No quiero presumir de nada, ahora que ya estoy muerto, pero es muy posible que sea verdad.

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